CAP 2: LA DISCOTECA
III
ANTOLOGÍA DE MELODÍA Y HUMO
Seguía la noche, seguía bailando. Su ímpetu permanecía intacto como lo estaba Fascinación, su vestido azulado cargado de corriente eléctrica y que no era accesible ni digno para todos los públicos, y menos aún, para tanto ingrato suelto. Intercalaba baile y barra, según el grado de vicio. Tenía sed y carga emocional. A veces Gin, a veces Whiskey.
Esa noche dejó la combinación de ambos en manos de la improvisación y el diablo agradecido de su valía, le brindó las copas que ya olían a escándalos. Volvía a integrarse la carroña cumpliéndose la ley de atracciones. Empezaron los métodos del “descartes”.
El tiempo no lo perdía en selecciones. Los ojos y corazón son herramientas que observan y sienten, seleccionan y trabajan. Hay quienes rechazan correlación y los aceptan independientes entre ellos. Los suyos permanecían cerrados por reforma, y no se trata de ironía, no ignoraba a tantos por desprecio del deleite propio o porque fuera una mujer cruel y despiadada con los hombres.
El hastío y la desgana en la vida -en épocas no tan floridas- son infértil a la pasión, pero necesarios para perfeccionar aquellas carencias que atrofiaron al amor propio. Por otra parte, simultánea la impotencia hería profundamente orgullos y arraigos varoniles que no la dejarían descansar en su reposo sentimental.
Insinuante se mostraba para los presentes en la sala -la que llamaban de piel caoba y melena oscura- inclinada en el mostrador, tomándose su combinado estimulado de arrebatos. Hacía bello la forma y gesto con coquetería refinada, disimulada y sobresaliente, que en esencia escondían astucia y travesura. Los grados y los calores iban en progreso y paralelo a crecerse como protagonista, desatendiendo sorda al círculo. Qué placentero sentirme tan cerca de la hoguera y no quemarme. Qué placentero observar el episodio y absorber fragancias siendo intangible e invisible para ella. ‘’Ritmo suave, suave’’.
La música más leve, pero se mantenía ardiente. Suave, suave. Bailaba con las manos estimuladas en la cabeza moviendo el cuerpo lento y sutil acompasado de una métrica musical de versos en rima asonante y consonántica, según el tempo. ‘’Acércate y házmelo suave, suave’’ susurraba con un vientecillo que hacía temblar los oídos. Buscaba apasionada la perfección y armonía en la cadencia y el movimiento. Reemplazamos el círculo, para inventarnos un triángulo con las copas cristalinas. Por vocación y talante propio, se encendió un pitillo, dibujando graciosamente la primera tirada, un abstracto círculo blanco y consistente que se duplicaba en el reflejo del espejo. Saltaron las alarmas por su extrema sensualidad e insubordinación a la normativa formal.